sábado, 31 de enero de 2009

-La Sierra de La Demanda


La Sierra de la Demanda es, en su tramo burgalés, un macizo articulado en torno a tres núcleos montañosos, Sierra de San Millán, donde se alcanza la máxima altitud (2.131 m), Sierra de Mencilla y Sierra de Neila. La Demanda constituye la divisoria de aguas pues nacen en ellas los ríos Urbión y Tirón, que caminan juntos hacia el Ebro, lo mismo que el río Neila o Najerilla, mientras que la cuenca del Duero recibe al Arlanzón y al Arlanza, al que también llega el Pedroso, magnífico río truchero.
Esta comarca incluye un área muy extensa en la que pueden distinguirse varias unidad
es, la Sierra, Juarros y la Tierra de Pinares. La Sierra comprende los municipios situados en la Sierra de San Millán y en la Sierra de Mencilla. Pradoluengo y Pineda de la Sierra son los más conocidos. Es la zona de los valles altos de los río Tirón, Urbión, Arlanzón, y Pedroso.

La comarca de Juarros está asentada sobre las rocas mesozoicas que rodean a la Sierra de la Demanda. Con una clara orientación noroeste-sureste discurre paralela a la
Sierra de Mencilla. Está salpicada de pueblos como San Adrián de Juarros, San Millán de Juarros, Santa Cruz de Juarros, Ibeas de Juarros, Salgüero, etc. Sobre las rocas jurásicas se ha labrado un relieve kárstico, especialmente interesante en Urrez, con torcas y cuevas. En ocasiones se producen bellas surgencias como en Cueva de Juarros.

La Tierra de Pinares comprende quince municipios burgaleses de un espacio que se extiende por la orla mesozoica. Hacia el sur, esta área establece la transición del macizo de La Demanda y las llanuras de la cuenca sedimentaria de Castilla, desde las proximidades de las Peñas de Cervera, Salas de los Infantes y Hacinas hasta Hontoria del Pinar, y desde la Sierra de Neila hasta el Cañón del río Lobos. También la Sierra de Neila es divisoria natural de las cuencas del Ebro y del Duero. Desde su vertiente septentrional sale el río Neila, que luego se h
ace Najerilla y discurre hacia el Ebro, mientras que en Fuente Sanza nace el Arlanza, que se dirige hacia el Duero. Pese a tener una personalidad propia muy acusada, en conjunto, estas tres unidades presentan unas características generales bien definidas. En primer lugar el predominio de tierras altas y la presencia de relieves agrestes y contrastados.

A pesar de que las tres sierras principales que la forman presentan altitudes en torno a los 2.000 m, las líneas de falla, las fosas y la erosión de los ríos, que salvan fuertes pendientes y descienden vertiginosos encajándose con facilidad en numerosos barrancos y valles con perfil en V, introducen profundos desniveles. En ocasiones, éstos alcanzan los 900 m, como sucede en Pineda de la Sierra (1.211 m) respecto a los cercanos picos San Millán (2.132 m) y Mencilla (1.932 m). También en su cara norte el San Millán salva un acusado desnivel respecto al profundo valle del río Urbión en Santa Cruz del Valle Urbión. Lo mismo podemos decir para el valle de Valdelaguna, cerrado por los relieves de Ahedillo (1.889 m) y La Campiña con 2.048 m, de vertientes verticales labradas por la erosión glacial en la Sierra de Neila o desde el relieve ruiniforme de las Calderas, en la propia Sierra de Neila, a cuyos pies se extiende la Tierra de Pinares. A esta topografía de contrastes contribuye la morfología glaciar de esta zona, con nichos y circos glaciares de paredes verticales. Las cumbres peladas y pedregosas son extraordinarios miradores desde los que se alcanza a ver la Cordillera Cantábrica o el Sistema Central.

La segunda característica viene dada por las duras condiciones climáticas,
en las que el frío y la humedad se sustancian en la presencia de la nieve que se mantiene en las cumbres durante una buena parte del año, pero también en la presencia continua del agua y en temperaturas muyagradables en época estival. Sierra, lagunas, cascadas, agua, umbría, valles, prados, huertas, fresnos, avellanos, son palabras que sugieren frescor. Su nombre indica una cualidad climática de este lugar con mucha agua, en que al frío del invierno sucede el fresco del verano, signos de un paraíso singular marcado en topónimos como Ahedillo, Fresneda, Avellanosa, Pineda, Valdelaguna, Tinieblas, Pradoluengo, Huerta de Arriba, o de Abajo, Dehesa de San Felices, Dehesilla, Arroyo de Salas o Jaramillo de la Fuente, y todos los que se acompañan con el determinativo “de la sierra” que son muchos, como Palazuelos de la Sierra, Villamiel de la Sierra, Hoyuelos de la Sierra, Riocavado de la Sierra, Quintanar de la Sierra, Palacios de la Sierra, Regumiel de la Sierra, Canicosa de la Sierra... Decir sierra es decir aire puro, fresco y sano, y es pensar en bosques, en suelos cubiertos de musgo, en colores jugosos y aguas cristalinas. En este sentido, el curso alto del río Pedroso y las dehesas con magníficos ejemplares de robles y acebos del valle de Valdelaguna conforman un territorio fresco y jugoso especialmente impactante que, con el conjunto de lagunas de origen glaciar - once en total- de la Sierra de Neila, nadie debería perderse.

También es característica común la diversidad y riqueza natural y paisajística. En esta comarca, situada en el ámbito de la España mediterránea, junto a la encina, el queji
go y los pinos, se desarrollan especies propias de la España atlántica como el haya, el roble y otras especies caducifolias -serbal, acebo, avellano o tejo- distribuyéndose en la montaña de acuerdo con la altitud y la humedad. Gran variedad de arbustos (endrino, majuelo, zarzamora, arándano, granzón o escaramujo) y numerosos matorrales (brezo morado y blanco, genista, jara o gayuba) no sólo prestan sus aromas y colores al campo sino que permiten gozar de la recolección de frutos del bosque. Esto supone un aliciente más para disfrutar de la naturaleza, algo que resulta especialmente sugerente en la época de setas y de hongos. La diversidad de los ecosistemas se completa con una rica y variada fauna. Existen muchas especies de valor cinegético: ciervos, corzos, jabalíes, conejos, liebres, perdices y palomas torcaces.

Los bosques sirven de refugio y alimento a muchísimas especies que son selectivas dependiendo de las formaciones vegetales existentes. Abundan las aves rapaces de todo tipo y numerosos mamíferos como la ardilla, el zorro, el tejón y el lobo. En todos lo humedales - lagunas, ríos y embalses- además de culebras, sapos o salamandras, viven nutrias y truchas, lo que hace de esta zona referencia muy apreciada para la pesca deportiva.
Por último y en cuarto lugar, destaca la larga historia natural y cultural que
cohesiona todo este territorio. Una larga historia natural que va desde la orogenia herciniana y alpina hasta el modelado glaciar producido en la última glaciación, durante la era cuaternaria, y las formas actuales de erosión fluvial.

Además de paisajes de gran belleza, esta secuencia geológica ha dejado huellas muy atractivas como los troncos de árboles fosilizados, que se conservan en Hacinas, o las huellas fósiles de dinosaurios que vivieron en este lugar sobre los depósitos deltaicos del cretácico inferior. Las icnitas pueden verse en Regumiel de la Sierra y en las proximidades de Salas de los Infantes, localidad en la que se ha construido un interesante museo sobre la vida de lo
s dinosaurios.
La riqueza del patrimonio cultural es la consecuencia lógica de una dilatada historia humana, de la que se conservan numerosos testimonios. Unas veces son los topónimos
, como Urrez, Uzquiza, Ezquerra, Alarcia o Vizcaínos, que indican la procedencia vasca de los cristianos que repoblaron este sector en torno al siglo XI.

Otros testimonios son tangibles como el conjunto de necrópolis, eremitorios, monasterios rupestres y restos arqueológicos de Palacios de la Sierra, Cuyacabras, Canicosa, La Cerca, Revenga o Regumiel, torres y castillos medievales, como el de Castrovido, restos de monasterios como el de Alveinte en Monasterio de la Sierra y un románico hermosísimo bien representado en Pineda, Vizcaínos, Jaramillo de la Fuente, Riocavado, Barbadillo, Tolbaños o Neila. Aunque mucho más humildes, las tenadas para guardar ovejas son muestra de la arquitectura pastoril de gran importancia en el territorio de la Demanda por ser un elemento necesario en estas tierras de frescos prados, donde se llevaban las ovejas a pastar en verano. En otoño, se partía hacia los pastos de invierno de Extremadura, a través de cañadas reguladas desde el siglo XIII por el Concejo de la Mesta.

Se conservan restos de un importante sistema de comunicaciones. No sólo tramos de la calzada romana que conectaba con Clunia, sino todo el sistema de cañadas, cordeles y veredas que han sido utilizadas por los pastores de la trashumancia, con interesantes ejemplos de trazado caminero como sucede en Barbadillo del Pez. Es muy significativa la cañada que atraviesa los términos de Riocavado, Barbadillo de Herreros, Monterrubio de la Demanda y el valle de Valdelaguna. Más reciente en el tiempo y aunque actualmente en desuso, se conserva otra línea de comunicación, la del ferrocarril minero que se trazó desde Villafría hasta Monterrubio de la Demanda para explotar el hierro y el carbón de la sierra. Hoy es una original “vía verde” que constituye un excelente camino para recorrer cómodamente, a pie o en bicicleta, un sector de la Sierra de la Demanda.

En este paisaje de pinares, de tenadas y dehesas comunales, de ricos pastos y de rebaños trashumantes, la población dedicada a la ganadería, a la actividad maderera y a la carretería ha desarrollado un tipo edificatorio tradicional, la casa serrana, cuya construcción sólida y compleja constituye un excelente ejemplo de arquitectura popular funcional que agrupa vivienda, cuadras y almacenes.

Todas estas manifestaciones culturales son huellas del pasado que conforman la imagen colectiva de esta comarca que completa su atractivo con actuaciones más recientes. La construcción en el siglo XX de dos embalses, el del Arlanzón, en los años veinte, y el de Uzquiza, en la década del ochenta, con el fin de abastecer de agua a la ciudad de Burgos, ha dotado también a esta comarca de dos zonas recreativas y de ocio para el verano, pues tienen reconocido el uso turístico con actividades no agresivas para el medio ambiente como natación, piragüismo o windsurf.
Si las formas del relieve y el atractivo de los bosques hacen de esta comarca una zona adecuada para la práctica de senderismo y otros deportes al aire libre, la huella humana no hace sino enriquecer la belleza del paisaje, estimular el conocimiento de los usos del espacio y la cultura de las poblaciones asentadas en este territorio.

Las dehesas son una excelente lección del uso adecuado de los recursos naturales por parte del hombre. En toda La Demanda existe un aprovechamiento del bosque que ha sido sabiamente integrado en una economía de subsistencia característica de ganaderos y
pastores. Si en el norte de la comarca son magníficas la dehesa de hayas de Puras de Villafranca, la dehesa de Urrez -de roble rebollo- y las dehesas de roble albar de Santa Cruz del Valle Urbión o de Fresneda de la Sierra, es en el sur de La Demanda donde hay auténticos tesoros botánicos. En las dehesas de Tolbaños de Abajo, de Huerta de Arriba o Monterrubio de la Demanda se conservan excelentes ejemplares de roble rebollo y roble albar, de hayas y de hermosísimos acebos cuyas dimensiones y extraordinario porte resultan inusuales -por la protección de la dehesa desde hace mil años- y convierten a este lugar en un paraíso paisajístico.

La adecuación del bosque mediante su adehesamiento, la explotación ganadera, forestal y carreteril, la arquitectura popular, la riqueza micológica o los guisos de los pastores (el ajo arriero, la caldereta, la olla podrida o las migas, los hongos de la Tierra Pinariega), constituyen fuertes e incomparables atractivos a la hora de elegir cualquier núcleo de esta sierra para aprovechar el tiempo de ocio en distintos momentos del año. El saber hacer de pezgueros, aserradores, carreteros, esquiladores, las romerías y procesiones que congregan a los pueblos con sus pendones, los carnavales o las fiestas, como las de “pingar” el mayo, son manifestaciones de una actividad humana que brindan una oportunidad para entrar a fondo en la vida rural y compartir inolvidables encuentros con la tradición. Los trabajos, las fiestas y tradiciones aúnan la capacidad de seducción de la gente y del espacio en esta sierra burgalesa de ambiente puro, atmósfera mágica y susurrante, hermosos parajes y trato amable.

Precisamente la diversidad y riqueza natural, cultural y paisajística de la Sierra de la Demanda han llevado a incluirla en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Castilla y León.

miércoles, 28 de enero de 2009

-La judería de Burgos

La comunidad judía, fue una pieza clave para la prosperidad y el desarrollo de los reinos peninsulares hasta su expulsión tras siglos de convivencia a finales del XV. Su huella es imborrable. En numerosas ciudades españolas, como Toledo o Córdoba, ésta es más que patente, ya que conservan muy las aljamas donde vivían los hebreos. Aunque en Burgos apenas hay vestigios visibles (sí, posiblemente, los haya ocultos en la ladera del cerro del Castillo), su judería fue la segunda más importante de Castilla, después de la de Toledo. Asentada hacia el siglo XI, aunque podría ser anterior, se ubicaba a los pies del Castillo, en el sector occidental de la ciudad, en la zona que hoy comprende parte del barrio de San Pedro de la Fuente, el Arco de San Martín y Los Cubos, si bien en sus orígenes estaba en la zona más alta, en un sector conocido como ‘Villavieja’, en el entorno de la iglesia de Santa María la Blanca. La expansión de la ciudad iría alejando a la comunidad judía de ese barrio, que se reubicaría un poco más abajo del cerro, en dirección al río.


Según explica la arqueóloga e investigadora de la Universidad de Burgos Ana Isabel Ortega, la presencia judía en Burgos alcanzó su apogeo en el siglo XIII, con una población de entre 540 y 675 habitantes, unas 150 familias, que representarían cerca del 9 por ciento de la población de la urbe castellana. «La aljama debió de poseer varias sinagogas, aunque las fuentes no proporcionen datos al respecto. De 1440 datas las referencias de una en la ‘Villanueva’, cerca de la puerta de San Martín». Para algunos autores, como el gran hebraísta Francisco Cantera Burgos, una de las sinagogas de la ciudad pudo asentarse en la judería alta, en el solar donde más tarde se ubicaría el templo cristiano de la iglesia de la Blanca.

No todos los hebreos afincados en la ciudad gozaban de un alto nivel económico, explica Ortega. Claro que había banqueros o terratenientes (las fuentes documentales del siglo XI muestran a los judíos como propietarios de viñas), pero también artesanos de numerosos oficios. Con todo, fue una población muy activa, con una importante aportación en la vida cultural de la ciudad, sobre todo mientras no hubo segregación.

El XIV iba a convertirse en un siglo horribilis para la comunidad judía de los reinos peninsulares, preámbulo de lo que sucedería cien años más tarde, cuando los Reyes Católicos firmaron su expulsión del naciente imperio castellano, enésima desgracia de este pueblo perseguido y en permanente éxodo. Así, la contienda que enfrentó a Pedro I y Enrique Trastámara a mediados del siglo XIV iba a marcar la convivencia de los sefarditas. Esa comunidad se posicionó a favor de Pedro I, y su contrincante los utilizó como arma política, asaltando juderías por todo el reino. En 1336, con el recrudecimiento de los motines antisemitas, el Trastámara exigió a la aljama burgalesa la cantidad de un millón de maravedís, «bajo la amenaza de convertir en esclavos a aquellos que no pagasen», señala Ortega.

La victoria final de Enrique de Trastámara tuvo consecuencias nefastas para la población hebrea de Castilla, «que trajo la ruina y desmoralización a las aljamas y el triunfo de la instransigencia religiosa y social de la comunidad cristiana, que desembocó en la proliferación del asalto a las juderías en 1391», apunta la arqueóloga de la UBU. La judería de Burgos sería una de las más damnificadas: perderá gran parte de su población de tres manera muy diferentes: muerte, emigración o conversión a la fe cristiana, una de las salidas por las que optaron muchos de ellos.


Dos de los judíos conversos burgaleses más relevantes fueron Abner (Burgos, 1270 - Valladolid, 1346), conocido como Alfonso de Valladolid después de abrazar
la fe cristiana, gran rabino y un hombre muy culto que destacaba por sus conocimientos de medicina, astronomía y astrología. El otro se llamó Selemoh-Ha Leví, aunque pasó a la historia con el nombre de Pablo de Santa María (Burgos, 1350 - Burgos, 30 de agosto de 1435).
Antes de abjurar de su fe fue rabino, poeta e historiador. Una vez convertido al cristianismo, fue consejero del rey Enrique III y llegó a convertirse en obispo de Cartagena y de Burgos. Su descendencia, educada en los valores cristianos, seguiría sus pasos. El segundo de sus hijos, Alonso (Alonso de Cartagena), humanista de gran talla intelectual, fue también obispo de Burgos y un generosos mecenas. Así, con sus dineros hizo construir la capilla de la Visitación de la Catedral, donde sería enterrado en un hermoso sepulcro.

La segregación a que fueron sometidos en las ciudades, convirtiendo sus barrios en guetos, hizo que la presencia de los judíos fuera diluyéndose. «El asedio al Castillo por parte de Fernando el Católico en 1475 representó un golpe definitivo para la aljama burgalesa, ya que tras la contienda el sector de la ‘Villavieja’ y de la iglesia de Santa María la Blanca quedó asolado irreversiblemente. Este sector tradicionalmente habitado por judíos pasó a ser habitado, a lo largo de los siglos XIV y XV, por una población conversa y cristiana, convirtiéndose en área marginal casi despoblada a lo largo del siglo XVI», subraya Ortega.

La extinción definitiva de la presencia semita en Burgos y en toda Castilla se produjo a partir del 31 de marzo de 1492, cuando los Reyes Católicos firmaron en Granada el edicto de expulsión de los judíos. Sefarad, como la tradición hebrea denominaba a España, volvió otra vez al sempiterno éxodo. Los judíos burgaleses que no se convirtieron al cristianismo salieron de la península por el puerto de Laredo.

A comienzo de la década de los 90 se llevaron a cabo excavaciones arqueológicas en la explanada occidental del Castillo que descubrieron un gran repertorio cerámico de los siglos XIII-XIV. Algunas de las piezas eran judías. Entre ellas (cuencos, jarras, tazas, platos, escudillas, cuencos, azulejos, ladrillos...), destacaban los restos de un hanukiyot, lámpara de aceite con nueve candiles de piqueras que se emplea en el ritual de la fiesta de la Hanuká.
La investigadora Ana Isabel Ortega se muestra convencida de que el subsuelo tanto de la zona alta como de la baja de la judería de Burgos guarda muchos más restos, pero, sobre todo -y cuyo valor destaca más- esconde «la traza urbana de la judería, en algunos puntos con hasta un metro o metro y medio de muro, que nos daría una idea más acertada de sus dimensiones», concluye.

Fuente: diariodeburgos.es

sábado, 17 de enero de 2009

-La muestra sobre Atapuerca cosecha elogios en París.

La exposición ‘Atapuerca, tras el rastro de los primeros europeos’, que puede verse desde hoy hasta el 16 de marzo en el Museo del Hombre de París, ha cosechado ya numerosos elogios por parte de los medios de comunicación franceses y de responsables de la Unesco, tanto por sus contenidos como por la originalidad de su presentación.
El director de Patrimonio Mundial de la Unesco, Francisco
Mandarín, calificó la muestra de «magnífica» y felicitó a los responsables de la Consejería de Cultura por su organización al contribuir a la divulgación de la evolución humana. Los responsables del propio museo quedaron asombrados con el montaje, que no dudará en imitar cuando renueven este centro.

Los medios de comunicación franceses que ayer tuvieron la oportunidad de recorrer la exposición junto a la consejera de Cultura, María José Salgueiro, y los codirectores Eudald Carbonell y Juan Luis Arsuaga mostraron su sorpresa por la exposición de los fósiles originales. En la visita estuvieron presentes periodistas de Le Monde, La Croix, France Culture Radio, Sciences Magazine, Le Point, Que tal París o la agencia AFP, quienes se interesaron sobre todo por la antigüedad de los fósiles, la estatura y corpulencia de los homínidos y las prácticas de canibalismo.

La consejera de Cultura agradeció a la prensa, la radio y la televisión francesas la divulgación de los hallazgos de los yacimientos burgaleses y del futuro Museo de la Evolución Humana, que los albergará una vez que abra sus puertas en 2010. Salgueiro reiteró una vez más el compromiso de la Junta con Atapuerca.
«Estamos muy satisfechos con el resultado. Es una exposición muy didáctica en la que todo el público puede conocer la evolución humana de manera sencilla a través de los audiovisuales y las explicaciones que acompañan a los fósiles. Hemos sorprendido a los franceses cuyo país es la cuna de la investigación de la evolución humana», subrayó.


También destacó la importancia de promocionar el Museo de la Evolución Humana con el objetivo de atraer público a sus instalaciones mediante una detallada maqueta y un vídeo en el que se desgranan sus contenidos.
Antes de que finalice la exposición sobre Atapuerca el Museo del Hombre organizará unas nuevas jornadas científicas con la participación de miembros del equipo de investigación como las organizadas el pasado miércoles en las que intervinieron Eudald Carbonell, Juan Luis Arsuaga, Gloria Cuenca o Robert Sala para explicar las diferentes investigaciones que se realizan en los yacimientos de Atapuerca.

También el Instituto Cervantes ha mostrado interés en organizar otras jornadas científicas en París coincidiendo con la exposición sobre Atapuerca. María José Salgueiro destacó la colaboración que existe con este centro a la hora de organizar actividades y conferencias divulgativas por todo el mundo.
La exposición Atapuerca, tras el rastro de los primeros europeos reúne en París los fósiles originales más importantes de los treinta años de excavaciones en los yacimientos de Atapuerca. Entre las piezas más representativas destacan el cráneo 5, más completo que en anteriores exposiciones al haberse encontrado nuevas piezas; la pelvis, el Niño de la Gran Dolina, o una falange de Homo antecesor de 1,3 millones de años, que se presenta por primera vez al público, entre otras.

Fuente: diariodeburgos.es

viernes, 16 de enero de 2009

-Atapuerca llega a París

A escasos metros de la Torre Eiffel, en plena plaza del Trocadero, los más importantes hallazgos de los yacimientos de Atapuerca han encontrado una ventana a Europa en el Museo del Hombre de París, un recinto dependiente del Museo Nacional de Historia Natural que alberga hasta el próximo 16 de marzo la exposición ‘Atapuerca, tras el rastro de los primeros europeos’.
Esos hallazgos ocuparán el céntrico museo, y es la última muestra que acogerá antes de que en primavera cierre sus puertas hasta 2012 para acometer un lavado de cara integral para modernizarlo y adaptarlo a las necesidades del siglo XXI.

Para uno de los comisarios de la muestra y codirector del equipo de investigadores de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, la presencia de esta exposición en París responde al papel «muy relevante» que actualmente juega España, con la sierra burgalesa a la cabeza, en los trabajos de investigación a nivel mundial sobre las teorías evolutivas. En su opinión, «Atapuerca es en estos momentos el proyecto más importante de la prehistoria mundial en relación a la evolución humana, con cualquier variable que se quiera medir: en cuanto a número de fósiles encontrados y por encontrar, en periodo de tiempo que abarca (un millón de años), en número de investigadores y centros de investigación, en número de publicaciones científicas», relató.

Su compañero Eudald Carbonell, (el tercer codirector de las investigaciones, José María Bermúdez de Castro, no pudo finalmente asistir a París), recordó sus tiempos de estudiante en el Museo Nacional de Historia Natural, cuando junto con sus compañeros de clase se hacían «las grandes preguntas sobre la evolución humana». «Ahora estamos con una exposición que demuestra que las preguntas que nos hacíamos se pueden contestar, exhibiendo los resultados más significativos de unos yacimientos que sólo se podrían comparar con los conseguidos en regiones o continentes». Así, enmarcó la muestra en el afán divulgativo del proyecto, que ha llevado los resultados de las investigaciones a ciudades como Londres o Nueva York.

Tras la consecución del Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1997, y la declaración de los yacimientos como Patrimonio de la Humanidad en el año 2000 la exposición supone un hito más de este proyecto, que comenzó a andar en torno a 1978.
Las autoridades presentes se interesaron por conocer las peculiaridades de la muestra, que les desgranó con detalle el director de la renovación del Museo del Hombre de París, Jean-Pierre Mohen, después de que los responsables de las exposiciones de Atapuerca subrayaran cómo han adaptado los contenidos al espacio expositivo disponible, más limitado que el existente en Nueva York cinco años atrás.
En esta ocasión, según explicó Mohen, «la selección de las obras se corresponde con la estricta evolución de la humanidad», con un afán divulgativo que permita «hacerla accesible para todos».


Durante la visita guiada, el director general del Museo Nacional de Historia Natural de Francia, Bertrand-Pierre Galey, en animada conversación con la consejera de Cultura, María José Salgueiro, calificó el proyecto del Museo de la Evolución Humana, que fue presentado en esta exposición, como «magnífico» y «estupendo».
Dicho complejo, explicado por el arquitecto responsable del proyecto, Juan Navarro, engloba el Centro Nacional para la Investigación de la Evolución Humana, el Auditorio-Palacio de Congresos, y el propio museo.

Fuente: diariodeburgos.es

jueves, 8 de enero de 2009

-La desaparecida iglesia de San Llorente.


La iglesia de San Llorente, también conocida como de San Lorenzo el Viejo, se remonta en sus orígenes al siglo X. Reconstruida a finales del siglo XII, principios del siglo XIII (de estilo tardo romano- protogótico), se mantuvo en pié hasta el siglo XVIII, momento en el que fue derruida definitivamente. Estaba ubicada en la actual plaza de los Castaños.

«Aprovechando la expulsión de los Jesuitas de todo el territorio nacional en el 1767, los parroquianos del barrio de San Lorenzo pidieron al obispo que les cediera la que fuera iglesia de esta congregación (la del Salvador), debido al mal estado de conservación en el que se encontraba San Llorente», señala René Payo, profesor de Historia del Arte en la Universidad de Burgos.
Payo, en su obra ‘Historia de las Casas Consistoriales de Burgos’, hace mención a la antigua iglesia relatando que «las zonas más altas de la ciudad, aunque no desaparecieron, fueron perdiendo protagonismo en favor del ámbito de la ladera del Castillo más cercana a la hoy calle Fernán González, donde pronto nació una importante parroquia: la de San Llorente».

Así surgiría la actual parroquia de San Lorenzo, cuya torre se construyó con las piedras que sustentaban la derribada iglesia de San Llorente, que antes de desaparecer se extendía hasta las proximidades de la Casa del Cubo (ahora albergue de peregrinos). Junto a la antigua parroquia han aparecido parte de los muros que podrían ser el primitivo palacio de San Lorenzo o de La Llana.

El portavoz del equipo de Gobierno, Javier Lacalle, informó de la aparición de restos del muro de San Llorente, basílica que data del siglo X, durante los trabajos de urbanización de la calle Fernán González y que la intención municipal es plasmar ese hallazgo de la historia de Burgos en el pavimento de la calle. “La mejor forma de conservarlo es tapándolo, y lo que haremos es marcar la alineación histórica de la calle y del muro de la abadía en el pavimento”, indicó Lacalle.
La iglesia de San Llorente el Viejo se localizaba, hasta el siglo XVIII, en la plaza de los Castallos y en la calle Fernán González, que en la época era la mitad de estrecha que en la actualidad. También se sabe que en esta zona intramuros de la ciudad y próxima a la Catedral había palacios e inmuebles nobles de la época final de la Edad Media y comienzos del Renacimiento.

En los años 80. Durante las obras de remodelación y pavimentación de la plaza de los Castaños llevadas a cabo en el año 1985, ya se descubrieron varios pilares de estilo protogótico y alguno tardoromano.
En ese momento, quedó constancia del hallazgo en la documentación del Plan Especial del Casco Histórico (PECH), bajo el que se enmarcaban las obras de la plaza, pero no se profundizó más en el asunto.

A través de las crónicas de los historiadores de la época, como es el caso del Padre Palacios, cuyo manuscrito se guarda en el Ayuntamiento de Burgos, se sabe que en el interior de la parroquia de San Llorente «existían unos trípticos flamencos así como una zona de enterramientos de mercaderes, de los cuales uno habría logrado salvarse del derribo y ser trasladado a la Catedral.

Fuente: diariodeburgos.es